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        Villa histórica, 
          monumental, escultórica y paisajística Villa 
          de las Ferias 
      
      
 
 
        
          | Vd. 
            se encuentra en: Monumentos actuales >> Cuartel Marqués de la Ensenada |  |  
          | CUARTEL 
            MARQUÉS DE LA ENSENADA |  
 
        
          
            
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              | Cuartel Marqués de la Ensenada de Medina del Campo |  
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      DE LA PÁGINA 
 
        
          
            
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              | Zenón 
              de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada. Retrato  realizado por Jacopo Amigoni en 1750.  |  Zenón 
          de Somodevilla y Bengoechea, marqués de la Ensenada, 
          (Hervías, 1702-1781), político español, artífice de 
          las grandes reformas administrativas de los reinados de Felipe V 
          y Fernando VI. Nació en Alesanco 
          (La Rioja) el 2 junio de 1702. De origen hidalgo, debió su 
          promoción social a sus servicios al Estado. En concreto, 
          se formó en la escuela de José Patiño dentro 
          de la administración naval. 
        
          
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            | Comitiva de la Marina que trasladó los restos del Marqués de la Ensenada desde la iglesia de Santiago en Medina del Campo hasta la Real Academia de la Marina en San Fernando |  
        Tras demostrar su 
          valía en la reconquista de Orán (1732), y en la expedición 
          a Nápoles (1733) fue recompensado con el título de 
          marqués de la Ensenada en 1736. Al año siguiente ascendió 
          al cargo de secretario del Consejo del Almirantazgo, y colaboró 
          como intendente de Marina en la reconstrucción naval. 
        
          
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                | Zenón 
                  de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada |  |  En 1743, a la muerte 
          de José del Campillo, pasó a encabezar la administración 
          ocupando las secretarías de Hacienda, Guerra, Marina e Indias, 
          y Estado. Desde esta posición abordó un amplio programa 
          de reformas en la administración y en la hacienda, el comercio 
          de las Indias, la construcción naval y el fortalecimiento 
          del Ejército como base para el mantenimiento de la paz desde 
          una postura neutral. Precisamente el empleo de la fuerza frente 
          a Inglaterra fue el motivo de las principales diferencias con José 
          de Carvajal, responsable de los asuntos exteriores. Su política 
          de regalismo extremo (apoyada por el jesuita padre Rávago) 
          condujo a la firma del Concordato de 1753: entre otros derechos, 
          la Corona obtuvo de Roma el patronato universal sobre los beneficios 
          eclesiásticos. 
        La caída de 
          Ensenada estuvo relacionada con la crisis política abierta 
          en 1754, al prevalecer los intereses ingleses y antijesuitas que 
          representaban el duque de Huéscar y Ricardo Wall. Ensenada 
          fue destituido y desterrado a Granada, y aunque Carlos III al llegar 
          al trono le levantó el castigo, ya no volvió a desempeñar 
          más cargos. Murió el 2 de diciembre de 1781 en Medina del Campo (Valladolid). 
        
          
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              al inicio  
        30-09-08 - «Se decía que parecía buen católico, pero que no se le conoció confesor» - M. 
          A. R. | LOGROÑO  Urdáñez leyó su trabajo 
          del Marqués de la Ensenada Llegó a ostentar el Toisón de Oro, 
          la máxima distinción. 
          
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                |  |  
                |  El catedrático 
                  Gómez Urdáñez disertó sobre 
                  el Marqués de la Ensenada.  |  |  El catedrático de Historia Contemporánea. 
          José Luis Gómez Urdáñez, trazó 
          una biografía de urgencia de don Zenón de Somodevilla, 
          marqués de la Ensenada para el común, un riojano 
          de Hervías que «nació en cuna humilde». 
          Había muchos hidalgos jornaleros en La Rioja y, además, 
          quedó huérfano a una corta edad. El profesor describe 
          al riojano como «pequeño de estatura, agraciado, 
            simpático y jovial; oía más que leía». 
          Su investigación sigue las peripecias de quien fue marqués 
          de la Ensenada. ¿Cómo era? Pues adicto 
          al 'brazo jesuítico. Fue ministro de cuatro secretarías. 
          Gómez Urdáñez. Se decía de él 
          que «parecía buen católico pero no se 
            le conoció confesor». Se inició como 
          marino participando en la conquista de Orán. El autor evoca las grandezas y miserias del riojano. 
          Como cuando se decía que el Rey Carlos III «le 
            hacía menos caso que a sus perros», o ese momento 
          en el que pensaba que sustituiría a Esquilache y comprobó 
          que el rey no sólo no le hacía ministro, sino que 
          le desterró a Medina 
            del Campo. Recuerda el catedrático que sus restos 
          reposan en el Panteón de Marinos Ilustres, junto con los 
          de grandes héroes de la Marina Española, como Jorge 
          Juan, su gran amigo. La Armada reverencia a Ensenada. Existe desde 
          tiempos muy pretéritos siempre un buque con su nombre. Sostiene el autor de la lección inaugural 
          que «La Rioja no ha olvidado a uno de sus hijos más 
            leales». Y rememora que «hace seis años, 
              con motivo del 250 aniversario de su nacimiento, Hervías 
              y Alesanco celebraron la onomástica, ahora ya sabiendo 
              que Zenon nació en Hervías, donde se le bautizó 
              un 25 de abril de 1702. El hidalgo pobre y pronto huérfano 
              llegó a ostentar el Toisón de Oro, la máxima 
              condecoración que un español puede recibir de sus 
              reyes». Por fortuna, el trabajo del especialista en Historia 
          Contemporánea no se reduce sólo a unos folios que 
          pronto pasarían a un cajón. La UR convino con acierto 
          editar una publicación conmemorativa, sin grandes pretensiones 
          en su diseño, que ayer fue distribuida a las autoridades 
          e invitados a la apertura del curso académico 2008/2009. 
          Debe reiterarse que el experto ayer enseñó deleitando 
          a una audiencia variopinta. A Ensenada la historia le ha catalogado como 
          un ministro ilustrado con sus mejoras en la navegación 
          fluvial, creación de fábricas, desarrollo del comercio 
          de las colonias, etcétera. Fueron impuladas por él 
          al servicio del Ejército la de paños de Ezcaray 
          o la de cáñamos y linos de Cervera del Río 
          Alhama. El trabajo está repleto de referencias 
          riojanas. Sirva como ejemplo cómo se cuenta que los hermanos 
          logroñeses Delhuyar espiaron por Europa «el arte 
            de compactar metales», o sea, la técnica de 
          construcción de cañones. 
        
          
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              al inicio  
        16-11-09 - 
          La Hacienda del marqués 
          
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                |  |  
                |  Documentos de la exposición 
                  recopilados por el marqués de la Ensenada, el fundador 
                  de la Hacienda moderna española. /DM |  |  La exposición 'El Catastro de Ensenada', exhibida 
          en Toledo, muestra el trabajo realizado en el siglo XVIII para una reforma 
          fiscal que no llegó a ejecutarse. Fuente: J. 
            V. MUÑOZ-LACUNA | TOLEDO
         Mil jueces, 6.000 técnicos y 90.000 peritos 
          trabajaron durante cuatro largos años a mediados del siglo XVIII 
          recorriendo todos los municipios de la Corona de Castilla con la misión 
          de realizar un exhaustivo censo de población, tierras, oficios 
          e impuestos. 
         El objetivo de su promotor, Zenón de Somodevilla, 
          I Marqués de la Ensenada (Hervias, La Rioja, 1702 - Medina 
            del Campo, Valladolid, 
          1781), era contar con datos objetivos para ejecutar una reforma fiscal 
          que sustituyera las injustas y complicadas rentas provinciales por un 
          solo impuesto: la «Única Contribución». 
         Este ensayo de reforma fiscal nunca llegó a 
          aplicarse, pero su abundante documentación constituye hoy un 
          material valiosísimo para conocer cómo era la España 
          de mediados del siglo XVIII. Una selección de estos documentos 
          se muestra hasta el 9 de diciembre en la iglesia de San Román, 
          de Toledo, en la exposición «El Catastro de Ensenada». 
         La exposición muestra la evolución de 
          los instrumentos utilizados por el Catastro desde el reinado de Fernando 
          VI hasta nuestros días y su eje es la minuciosa labor que encargó 
          el Marqués de la Ensenada, considerado el fundador de la Hacienda 
          moderna española. Desde 1750 hasta 1754 hubo que recorrer todos 
          los rincones de la Corona de Castilla -la actual España a excepción 
          de Canarias, País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña, 
          Baleares y la Comunidad Valenciana- para formular 40 preguntas a las 
          autoridades locales en asuntos como actividades industriales o comerciales, 
          número de tabernas, molinos, puentes, ferias, escribanos, arrieros 
          y canteros o impuestos y rentas reales. Llegaron a contabilizarse árboles 
          y cabezas de ganado y a medirse tierras para certificar la veracidad 
          de las respuestas. 
         Toda una radiografía de la España de 
          finales del Antiguo Régimen que fue fácil de confeccionar 
          en el caso de los grandes núcleos de población de La Mancha. 
          pero muy difícil en Galicia y Asturias por su complicada orografía 
          y su dispersión geográfica. Incluso se descubrió 
          que una pequeña localidad, Carrascosa del Tajo, entre las provincias 
          de Soria, Guadalajara y Cuenca, jamás había tributado 
          en ninguna de ellas por su carácter fronterizo. 
         El resultado de tan minucioso trabajo fue un «rico 
          patrimonio documental con que contamos hoy», según Luis 
          Martínez, director general de Patrimonio Cultural de la Junta 
          de Castilla-La Mancha, que es uno de los organizadores de esta exposición 
          junto al Ministerio de Economía.
 
 
        
          
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              al inicio  
        16-11-09 - Padre de la Hacienda modernaToledo inaugura una exposición sobre el catastro del marqués 
          de la Ensenada, el primer intento serio de reforma fiscal en nuestro 
          país.
          
          Fuente: J. 
          V. MUÑOZ-LACUNA | COLPISA TOLEDO
         Mil jueces, 6.000 técnicos y 90.000 peritos 
          trabajaron durante cuatro largos años a mediados del siglo XVIII 
          recorriendo todos los municipios de la Corona de Castilla con la misión 
          de realizar un exhaustivo censo de población, tierras, oficios 
          e impuestos. El objetivo de su promotor, el riojano Zenón de 
          Somodevilla, I marqués de la Ensenada (Hervías-Alesanco, 
          La Rioja, 1702-Medina del Campo, 1781), era contar con datos objetivos 
          para ejecutar una reforma fiscal que sustituyera las injustas y complicadas 
          rentas provinciales por un solo impuesto: la 'Única Contribución'. 
         Este ensayo de reforma fiscal nunca llegó a 
          aplicarse pero su abundante documentación constituye hoy un material 
          valiosísimo para conocer cómo era la España de 
          mediados del siglo XVIII. Una selección de estos documentos se 
          muestra hasta el 9 de diciembre en la iglesia de San Román, de 
          Toledo, en la exposición El Catastro de Ensenada. 
         La exposición muestra la evolución de 
          los instrumentos utilizados por el Catastro desde el reinado de Fernando 
          VI hasta nuestros días y su eje es la minuciosa labor que encargó 
          el marqués de la Ensenada, considerado el fundador de la Hacienda 
          moderna española. Desde 1750 hasta 1754 hubo que recorrer todos 
          los rincones de la Corona de Castilla -la actual España a excepción 
          de Canarias, País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña, 
          Baleares y la Comunidad Valenciana- para formular 40 preguntas a las 
          autoridades locales en asuntos como actividades industriales o comerciales, 
          número de tabernas, molinos, puentes, ferias, escribanos, arrieros 
          y canteros o impuestos y rentas reales. 
         Llegaron a contabilizarse árboles y cabezas 
          de ganado y a medirse tierras para certificar la veracidad de las respuestas. 
         Toda una radiografía de la España de 
          finales del Antiguo Régimen que fue fácil de confeccionar 
          en el caso de los grandes núcleos de población de La Mancha 
          pero muy difícil en Galicia y Asturias por su complicada orografía 
          y su dispersión geográfica 
         Visitas abiertas
         Incluso se descubrió que una pequeña 
          localidad, Carrascosa del Tajo, entre las provincias de Soria, Guadalajara 
          y Cuenca, jamás había tributado en ninguna de ellas por 
          su carácter fronterizo. 
         El resultado de tan minucioso trabajo fue un «rico 
          patrimonio documental con que contamos hoy», según dice 
          Luis Martínez, director general de Patrimonio Cultural de la 
          Junta de Castilla-La Mancha, que es uno de los organizadores de esta 
          exposición junto al Ministerio de Economía. 'El Catastro 
          de Ensenada' puede visitarse de martes a sábado de 10:00 a 14:00 
          horas y de 16:00 a 18:15 horas y los domingos de 10:00 a 14:00 horas. 
         Para conocer la renta real de un país nada mejor 
          que averiguar cuántos bienes tienen sus habitantes, también 
          los eclesiásticos y los nobles. «Que pague cada vasallo 
          a proporción de lo que tiene, siendo fiscal uno de otro para 
          que no se haga injusticia ni gracia», llegó a escribir 
          el marqués de la Ensenada en sus informes a Fernando VI para 
          justificar esta iniciativa que pretendía sanear la hacienda pública, 
          en bancarrota por los gastos de las guerras en Italia para lograr tronos 
          para los hijos de la reina Isabel de Farnesio.
 
 
        
          
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        10-01-10 - El catastro de 
          Ensenada. El proyecto del Marqués de la Ensenada de una Sola 
          y Real Contribución. Fuente: http://palomatorrijos.blogspot.com/ El proyecto del Marqués de la Ensenada para 
          reformar el sistema tributario de Castilla responde a las inquietudes 
          de la nueva dinastía que reina en España y por ello, aunque 
          sólo sea de un modo muy general, es necesario que nos detengamos 
          en la importancia y en las repercusiones que tendrá para nuestro 
          país la llegada de la dinastía francesa de los Borbones. 
          El panorama de la Hacienda Real que la Única Contribución 
          intentará reformar es uno de los aspectos mas importantes para 
          conocer la importancia y el alcance que tuvo la Averiguación 
          Catastral. Parte importante de este trabajo se centra en el proyecto 
          de Ensenada y en el proceso formal de su ejecución y realización. 
          El costo de este proceso se elevó a cuarenta millones de reales, 
          la séptima parte del presupuesto anual del estado. La cantidad 
          de dinero invertida en la realización de las averiguaciones catastrales 
          no fue inútil pues, aunque el proyecto no entrara nunca en vigor, 
          los datos obtenidos han supuesto una ingente formación para investigaciones 
          posteriores y una fuente documental de importancia relevante para conocer 
          la situación de España a mediados del siglo XVIII. El Catastro de Ensenada es el primer intento para pasar 
          en el aspecto fiscal desde una concepción patrimonial en la que 
          los territorios son posesión de la Corona, y por ello el Rey 
          es el receptor de los impuestos, a una idea plenamente moderna de la 
          recaudación fiscal en la que los impuestos tienen la finalidad 
          de atender los gastos de funcionamiento del Estado no estando nadie 
          exento de contribuir fiscalmente en razón de sus posesiones e 
          ingresos. En el siglo XVIII, los políticos reformistas se preguntaban 
          a dónde iba a parar el dinero recaudado por una administración 
          donde era muy difícil saber cual era el grado de fiscalidad y 
          cuales eran los ingresos de las haciendas locales y de la Hacienda Real. 
          Para el Marqués de la Ensenada las alcabalas y los millones habían 
          sido un desastre para Castilla, pues, contribuyendo a proporción 
          mucho menos el rico que el pobre, éste se halla en la última 
          miseria y destruidas nuestras fábricas. Esta visión 
          negativa y bastante pesimista de lo que era y había significado 
          el sistema impositivo castellano ya había sido expuesta a finales 
          del siglo XVII por los llamados políticos arbitristas en su búsqueda 
          de soluciones para los males de Castilla desde los último 
          años del siglo XVII. El debate sobre el Catastro debemos situarlo en plena 
          época de la Ilustración y del Despotismo Ilustrado; el 
          Rey con un poder absoluto tiene como finalidad de su reinado buscar 
          el progreso y la felicidad de sus súbditos. Las operaciones que pusieron en marcha la realización 
          de la encuesta catastral comenzaron en el año 1750 y no se cerraron 
          definitivamente hasta el año 1759. El proceso catastral se desarrolló 
          dentro del marco legal que recoge en el Real Decreto y en las Instrucciones 
          de 10 de octubre de 1749. El término Catastro se entiende en 
          la actualidad como censo oficial estadístico de la riqueza urbana 
          y rústica de un país. Catastro es, también, un 
          pago sobre rentas fijas y posesiones, pues tras la averiguación 
          catastral se había previsto establecer una contribución 
          única o catastro. Esta contribución consistiría 
          en el pago anual de un porcentaje sobre la base imponible resultante 
          del valor dado a los bienes y rentas. El Catastro fue el proyecto de 
          reforma más importante en la historia tributaria hasta el siglo 
          XIX, y, aunque lleva el nombre de Ensenada, fue planeado, con anterioridad 
          al que aquí nos ocupa para el Reino de Castilla, por el ministro 
          José Patiño para Aragón y Cataluña, según 
          decreto de 16 de octubre de 1716. En Aragón, la reforma tributaria 
          recibió el nombre de Real Contribución Única, en 
          Valencia de Equivalente y en Mallorca de Talla. Navarra y el País 
          Vasco siguieron conservando sus haciendas forales y contribuían 
          a la Hacienda General con el llamado Servicio en Navarra y Donativo 
          en el País Vasco. En Cataluña la reforma tributaria se 
          hizo mediante repartos globales de sumas fijas, pero sin conocimiento 
          directo de las posibilidades del contribuyente. Por el contrario, el 
          objetivo del Catastro castellano era que los contribuyentes pagaran 
          de una forma proporcional y equitativa a sus bienes. Las cuotas personales 
          a satisfacer en concepto de tributación se fijarían a 
          través de los municipio y los gremios. El Catastro en Cataluña 
          intentó ser el principio de un sistema fiscal que buscaba la 
          justicia impositiva. Al comienzo fue muy protestado, pero se fue introduciendo 
          de acuerdo a las circunstancias que iban permitiendo las posibilidades 
          económicas catalanas hasta convertirse en un sistema ágil 
          y beneficioso hasta el punto en que debemos buscar en él una 
          de las causas del triunfo de la economía catalana en el siglo 
          XVIII. Pero el catastro en Castilla, como veremos, no correría 
          igual suerte. Los bienes a catastrar se dividieron en dos grandes 
          grupos, el de los bienes reales y el de los bienes personales. Los bienes 
          reales incluían los ingresos derivados de la explotación 
          agrícola y ganadera de las fincas rústicas y los alquileres 
          o rentas obtenidos de otras propiedades rústicas y urbanas como 
          podían ser fabricas, molinos y batanes. Bienes reales eran considerados 
          también los ingresos por diezmos y censos. Para valorar las fincas 
          rústicas se hizo un claseo en treinta y dos tipos en una escala 
          que iba desde los 1.050 a 0 reales de valor asignado a la producción 
          en dinero que podía obtenerse de un almud de tierra. Nadie estaba 
          excluido de tributar por sus bienes reales. Los bienes personales eran 
          las utilidades derivadas del trabajo en actividades artesanales, profesionales, 
          comerciales y mercantiles. Estaban exentos de pagar por estos conceptos 
          los nobles, hidalgos, eclesiásticos y funcionarios. Pero, no 
          sólo se opusieron al Catastro las clases privilegiadas que podían 
          ver en peligro su exención fiscal, sino que también se 
          opusieron a la Única y Real Contribución algunos políticos 
          reformistas como el ministro Floridablanca que pensaba que el Catastro 
          era una novedad que podía poner en peligro el orden económico 
          de la nación. Aunque la población española 
          era poco favorable a los cambios y los estamentos privilegiados no aceptaban 
          fácilmente las reformas, los ilustrados intentaron encontrar 
          y poner en marcha, muchas veces en contra de la opinión pública, 
          las soluciones para los llamados males de España. Reducir a una Sola y Única Contribución 
          los Millones, Alcabalas, Cientos, Servicio Ordinario y Extraordinario, 
          las Rentas Provinciales de Castilla, y proceder a la centralización 
          y organización de su cobro era la intención del Catastro 
          tal y como se recoge en el Real Decreto de 10 de octubre del año 
          1749. Se han cumplido ya más de doscientos cincuenta 
          años del nacimiento del Marqués de la Ensenada y del comienzo 
          de la encuesta catastral, uno de sus más importantes proyectos 
          para las tierras de la Corona de Castilla. El proyecto del Catastro, 
          concebido y realizado hasta donde fue posible durante los años 
          en que fue ministro de la Real Hacienda, nunca llegaría a tener 
          una aplicación práctica para la reforma tributaria en 
          Castilla. Antes de iniciar una aproximación a los aspectos formales 
          y de ejecución del Catastro vamos a conocer al protagonista de 
          lo que conocemos como Catastro de Ensenada. Don Zenón de Somodevilla 
          y Bengoechea nació en Hervás (La Rioja) en el año 
          1702. Desde muy joven sirvió a la Corona en España e Italia. 
          En este país conoció los catastros de Milán del 
          año 1718 y los realizados en Saboya en el año 1728 y pudo 
          pensar en lo conveniente de este audaz proyecto cuando en España 
          asumió tareas de gobierno, teniendo ya el precedente del realizado 
          por José de Patiño. Como reconocimiento de los servicios 
          prestados en Italia a la Corona fue nombrado I Marqués de la 
          Ensenada. En 1743, Felipe V le encarga, a la muerte de José de 
          Campillo, los asuntos de Hacienda, Guerra, Marina e Indias como Secretario 
          de Estado, cargo equiparable a los actuales ministerios. En 1746, Fernando 
          VI, al heredar la corona, le mantuvo en estos cargos. En el año 
          1749 empiezan a promulgarse los Decretos Reales, que pondrán 
          en marcha el proyecto de Única Contribución, desde el 
          Despacho de Hacienda. A pesar de estar en pleno proceso de ejecución 
          de la averiguación catastral en 1754 Fernando VI lo destierra 
          a Granada bajo acusaciones de traición y en 1757 el destierro 
          se traslada al Puerto de Santa María (Cádiz). Carlos III 
          le levanta el destierro en el año 1760, aunque en 1766 es de 
          nuevo desterrado en Mediana del Campo. En esta población muere 
          el Marqués de la Ensenada en el año 1781. Del Marques de la Ensenada, como político representante 
          del reformismo borbónico, también podemos decir que se 
          preocupó de otros aspectos que necesitaban en España un 
          gran cambio. En un memorial del año 1748 recogía la necesidad 
          de realizar una cartografía adecuada de España; necesidad 
          a la que en parte responde la Cartografía de España de 
          Tomás López, considerada el mapa del Antiguo Régimen. 
          En los años de su ministerio, desde 1743 a 1754, además 
          de lo ya mencionado, consiguió la modernización de la 
          Marina, construyó dársenas en los puertos de El Ferrol, 
          Cartagena y Cádiz y mejoró el sistema de comunicaciones, 
          mejora que se puede ejemplificar en la construcción de un camino 
          desde Burgos a Santander por Reinosa y en la apertura del puerto del 
          León en la Sierra de Guadarrama. Ensenada estableció un 
          programa de formación de científicos y técnicos 
          en el extranjero e impulso una política de reforestación 
          para completar sus reformas de la Marina y aumentar la disponibilidad 
          de madera para la construcción de barcos. Pero, su figura también 
          está rodeada de sombras y se le acusó de enriquecimiento 
          a costa de sus cargos políticos. Estas acusaciones y otras actuaciones 
          políticas ocasionaron su caída en el año 1754. 
          A su muerte, el inventario de sus bienes le hacía dueño 
          de importantes colecciones de bienes artísticos. El Marqués 
          de la Ensenada se nos presenta, al igual que otros políticos, 
          como una figura llena de buenos propósitos, no conseguidos en 
          todos sus aspectos, y al mismo tiempo victima de su poder y de sus aspiraciones 
          personales. Para hacer posible la reforma del sistema fiscal y 
          la implantación de la Única Contribución se pone 
          en marcha en la Corona de Castilla la averiguación catastral 
          con la finalidad de conocer, registrar y evaluar los bienes, rentas 
          y cargas de los vecinos de los territorios de este Reino. Una vez realizada 
          la averiguación catastral de la riqueza del reino de Castilla, 
          el siguiente paso era establecer las cargas fiscales como un pago anual 
          único sobre una base imponible resultante del valor dado a bienes 
          y rentas y reuniendo en un sólo impuesto el complejo sistema 
          de Rentas Provinciales. Era la primera vez que se procedía a 
          controlar las haciendas, rentas, beneficios y utilidades, lo que iba 
          a suponer poner en peligro la situación de los estamentos privilegiados. El objetivo del catastro era gravar las rentas obtenidas 
          de la propiedad de la tierra o de la actividad profesional, aunque en 
          muchos casos se mezclan productos brutos y netos lo que dificulta obtener 
          valoraciones fiables. Este hecho se refleja, sobre todo, al tratar el 
          tema de los salarios, jornales, sueldos y utilidades como retribuciones 
          por el trabajo personal. Estos conceptos unas veces aparecen como rendimientos 
          netos y en otras ocasiones como rendimientos brutos. El proceso de Averiguación fiscal para 
          alivio de los vasallos y mejor conocimiento de los Reinos se inició 
          en abril de 1750 y se dio por finalizado en el mismo mes del año 
          1756, aunque toda la documentación a elaborar no se terminó 
          de redactar hasta el año 1759. Los seis años de averiguación 
          catastral suponen un tiempo record para la realización de una 
          tarea de esta envergadura en unos años donde no había 
          ningún tipo de ayuda técnica. El principal motivo para 
          la realización de este proyecto era la reforma del complejo sistema 
          fiscal de las tierras de Castilla. Este sistema era en su planteamiento 
          injusto, pues la riqueza estaba en manos de dos estamentos privilegiados, 
          nobleza y clero, y era el estado general, el pueblo; es decir, los pecheros, 
          los que pagaban los tributos. Los impuestos se recaudaban mayoritariamente 
          mediante imposiciones sobre los consumos lo que suponía una tributación 
          mediante impuestos indirectos. Los estamentos privilegiados, que disponían 
          de una producción propia de productos de consumo, no tenían 
          que recurrir por ello al abastecimiento público por lo que nobles 
          y eclesiásticos estaban en la práctica exentos de cargas 
          fiscales a través de la tributación indirecta. La reforma 
          de Ensenada quiere superar esta situación y establecer un sistema 
          impositivo que grave a cada uno según sus propiedades o sus rentas, 
          pero para ello era necesario conocer lo que poseen y lo que ingresan 
          tanto los miembros de los estamentos privilegiados como los pertenecientes 
          al pueblo llano. El Catastro del Marqués de la Ensenada proporcionará 
          un censo oficial estadístico de la riqueza urbana y rústica 
          de Castilla para establecer en base a él una contribución 
          real sobre rentas fijas y posesiones. El Catastro fue una averiguación 
          de la riqueza de ciudades, villas y aldeas por desplazamiento de un 
          grupo de funcionarios, llamado audiencia, que venía a ser un 
          equipo de averiguación. Para llevar a cabo, precisamente, la 
          averiguación de la riqueza generada por la tierra los propietarios 
          debían declarar en sus Respuestas Particulares la extensión, 
          calidad y dedicación de sus parcelas, aunque no se pedía 
          la declaración del capital generado por las producciones. La 
          valoración de lo que la tierra podía producir se hacía 
          por los funcionarios del catastro en las Contadurías de Hacienda 
          de las intendencias en base a unos formularios que estimaban el precio 
          de un almud de tierra según su calidad, el cultivo al que estaba 
          destinado y el precio de la producción generada anualmente. La 
          valoración obtenida se anotaba en los márgenes de cada 
          una de las parcelas declaradas. Los formularios manejados daban valoraciones 
          brutas y para pasarlas a productos netos o beneficios de explotación 
          se descontaba de la valoración la mitad para gastos de labores 
          y aperos, siembra y pago del diezmo y se dejaba la otra mitad como percepción 
          líquida, añadiéndose los beneficios que se obtenían 
          por lo que se pudiera ingresar por derechos de monte, pastos, prado 
          y matorrales. La realización de las averiguaciones para conocer 
          la riqueza de los habitantes de Castilla generó una gran base 
          documental. A pesar de que el fondo documental resultante de los procesos 
          de averiguación se ha perdido en gran parte el conservado ha 
          permitido hacer un gran estudio económico de los hombres y territorios 
          de este reino a mediados del siglo XVIII. Esta base documental se estima 
          en 78.527 volúmenes, que se centralizaron en las Contadurías 
          de Rentas Provinciales en las capitales de las veintidós intendencias 
          de la Corona de Castilla. El Reino de Castilla estaba integrado por 
          los territorios de las dos Castillas, Galicia, Extremadura, Andalucía, 
          Murcia y de las Islas Canarias, que no llegaron a catastrarse. Las averiguaciones 
          debían realizarse en 15.000 de las 22.000 poblaciones que integraban 
          los territorios del reino de España y afectaban por igual a sus 
          vecinos seculares y eclesiásticos. Las Respuestas Generales de las poblaciones castellanas 
          fueron la primera documentación iniciada en el proceso catastral 
          y también la primera terminada en las Contadurías de las 
          intendencias, según Orden de la Real Junta de Única Contribución 
          del 11 de mayo de 1753 en la que se recogían las actuaciones 
          para el cierre de la averiguación. De las Respuestas Generales 
          quedan 672 volúmenes en el Archivo Histórico de Simancas 
          y otros con las rectificaciones y comprobaciones que se pedían 
          y hacían cuando había datos que se necesitaba contrastar. 
          Igualmente, al Archivo Histórico de Simancas pasaron 2.289 libros 
          y 2.047 legajos existentes en Madrid en la sede de la Real Junta de 
          Única Contribución. Los archivos históricos de 
          muchas provincias también disponen en sus fondos de parte del 
          material de las averiguaciones realizadas en sus municipios, como ocurre 
          en el caso del Archivo Histórico Provincial de Cuenca. Algunas 
          provincias disponen de la documentación prácticamente 
          completa y en excelente estado de conservación. Pero como ya 
          hemos dicho la averiguación catastral resultó inútil. 
          Se sucedieron las protestas y reclamaciones, sobre todo por parte del 
          estamento eclesiástico, cuando se intentó que la contribución 
          del clero a los gastos de Estado aumentase. La implantación de 
          la Única Contribución se fue aplazando y al final se abandonó 
          el proyecto que ha quedado como un documento histórico, social 
          y económico de primer orden. La Hacienda Española seguiría 
          siendo injusta, complicada y con grandes desigualdades contributivas 
          entre los distintos reinos de la Corona, a pesar de que en 1725 se sustituye 
          el arrendamiento del cobro de los impuestos por la administración 
          estatal directa. El intento del Marqués de la Ensenada de conocer la situación 
          de las tierras de Castilla y sus habitantes tiene una sucesión 
          formal en el Interrogatorio del año 1802. En este año 
          el Secretario de Estado y Hacienda, don Miguel Cayetano Soler, ordenó 
          una Averiguación sobre las condiciones de la agricultura 
          de todos los pueblos. La finalidad de este Interrogatorio era 
          conocer la cantidad, calidad y destino de las tierras de cultivo para 
          hacer una división agrícola de España. Para su 
          realización se mando un cuestionario a las distintas localidades 
          que se interesaba por el estado de la agricultura, la distribución 
          de la propiedad y las mejoras que se creían necesarias. Con anterioridad 
          a este Interrogatorio El Diccionario Geográfico de Tomas López 
          recoge, a través de un Interrogatorio de 15 preguntas dirigido 
          a obispos, curas y autoridades, una descripción de las provincias 
          españolas y su situación en la segunda mitad del siglo 
          XVIII. Pero el Catastro de Ensenada tiene un gran precedente en el siglo 
          XVI cuando Felipe II manda redactar las Relaciones Topográficas, 
          llamadas también Relaciones Históricos Geográficas 
          de España. Las Relaciones Topográficas tuvieron una finalidad 
          parecida a la que perseguiría Ensenada y Tomás López 
          y que no era otra que conocer la situación de las tierras y pueblos 
          de España. Para ello se elabora una encuesta que recoge información 
          sobre datos físicos como relieve, vegetación, animales, 
          y sobre datos económicos relativos a la agricultura, ganadería, 
          artesanía y comercio. En la encuesta también había 
          preguntas sobre población, casas, fiestas, creencias, sucesos 
          históricos, y otras destinadas a conocer cual era la organización 
          territorial, administrativa, eclesiástica y de justicia. Se elaboraron 
          distintos interrogatorios entre los años 1570 y 1578. En 1570 
          se hizo una encuesta de cincuenta y ocho preguntas y en 1574 se hace 
          un ensayo en algunas poblaciones con un interrogatorio de veintiséis. 
          En el año 1575 la encuesta que se prepara tiene cincuenta y nueve 
          preguntas y en 1578 se empieza la realización de las Relaciones 
          con un interrogatorio de cuarenta y cinco preguntas. La realización 
          de las Relaciones suspendió y no se conocen las razones, ni las 
          circunstancias que motivaron esta suspensión. Mucha documentación 
          de las Relaciones desapareció en el incendio del Escorial de 
          1761. Entre las Relaciones de las que se ha conservado documentación 
          se encuentran las que recogen encuestas de algunos pueblos del Obispado 
          de Cuenca, aunque faltan las de los pueblos de la serranía. Como 
          acabamos de recoger fue un recurso muy común conocer e indagar 
          la situación de las tierras castellana a partir de formularios 
          basados en un interrogatorio sobre aspectos relacionados con la situación 
          demográfica, social y económica de la población 
          y sus habitantes. Estos interrogatorios han permitido seguir el desarrollo 
          histórico, social y económico de las tierras castellanas 
          cuando ha sido posible su conservación. Superada la oposición de Fernando VI al contar 
          el proyecto con el apoyo de los Intendentes, aunque no con el dictamen 
          positivo de los Consejos de Gobierno al considerar que con este proyecto 
          se atacaban los fundamentos de la sociedad, se pone en marcha la averiguación 
          catastral llevada a cabo tanto a nivel individual como local. Para su 
          puesta en marcha y dirección se designa una Real Junta de Única 
          Contribución y se hace en Guadalajara una averiguación 
          a modo de ensayo en el año 1746. La decisión de la realización 
          del catastro se plasmó en el Real Decreto de 10 de Octubre de 
          1749, que se promulgó con una Instrucción de 41 capítulos. 
          En esta Instrucción se recogía el proceso formal de realización 
          de la encuesta y una serie de modelos o formularios para recoger la 
          información obtenida en las averiguaciones y que servirían 
          a los vecinos de la población a catastrar de guía para 
          hacer sus declaraciones de familia y bienes; declaraciones que se conocen 
          con los nombres de memoriales, relaciones y respuestas particulares 
          de vecinos. Las poblaciones debían responder a un Interrogatorio 
          de cuarenta preguntas y con las respuestas se realizaron las llamadas 
          Respuestas Generales. Al decreto de Única Contribución 
          suceden otros para completar el proceso de reforma fiscal que se ponía 
          en marcha. Así, el día 11 de Octubre aparece el Real Decreto 
          para la administración directa de las rentas por cuenta de la 
          Hacienda Real a partir del 1 de Enero de 1750. El día 13 de Octubre 
          de este año aparece la Ordenanza de Intendentes por la que estos 
          se convertían en la primera autoridad provincial y en los dirigentes 
          de la averiguación catastral como jueces instructores o presidentes 
          de las comisiones o audiencias de averiguaciones en las poblaciones 
          de su intendencia. El 11 de mayo de 1753 aparece la última orden 
          catastral en la que se recogen los procedimientos a seguir para el cierre 
          de la Averiguación Catastral. El rey encomendó la dirección suprema 
          del Catastro a la Real Junta de Única Contribución. La 
          primera decisión que adoptó esta Junta, tras ser nombrados 
          los intendentes de las 22 provincias de Castilla, fue que estos realizaran 
          la averiguación de un pueblo de su intendencia con el carácter 
          de catastro piloto para advertir errores en el método señalado 
          en la Instrucción o interpretaciones equivocadas del proceso 
          formal a seguir para desarrollar la encuesta catastral. Esta medida 
          fue muy válida ya que en las primeras veintidos operaciones realizadas 
          aparecieron buena parte de los problemas que surgirían en la 
          realización del Catastro. En Cuenca, se realizó esta operación 
          piloto en Albadalejo del Cuende. Las intendencias en las que se debía 
          ejecutar el Catastro eran: Ávila, Burgos, Córdoba, Cuenca, 
          Extremadura, Galicia, Granada, Guadalajara, Jaén, León, 
          Madrid, La Mancha, Murcia, Palencia, Salamanca, Segovia, Sevilla, Soria, 
          Toledo, Toro, Valladolid y Zamora. Si las poblaciones que había 
          que catastrar se acercaban a las 15.000 y eran veintidos los intendentes 
          vemos que tocaba a cada uno catastrar 680, y como se calcula que se 
          necesitaban 50 días para realizar la averiguación de una 
          población, se hubiesen necesitado 93 años para hacer el 
          Catastro de una intendencia. La solución fue aumentar el número 
          de audiencias y ponerlas a cargo de jueces subdelegados por la imposibilidad 
          material del intendente de realizar la averiguación en todas 
          las poblaciones de su intendencia. Los primeros jueces subdelegados 
          nombrados por el intendente como jueces instructores fueron los corregidores 
          de las poblaciones de realengo. Los jueces nombrados mantenían 
          un rango acorde con la categoría de la población a catastrar. 
          Durante cinco años se realizó el trabajo de campo y 1.200 
          equipos de averiguaciones, las llamadas audiencias o comisiones, con 
          mas de 6.000 empleados recorrieron las poblaciones a catastrar. Hay que tener en cuenta que un 95% de las poblaciones 
          a catastrar tenía menos de cien vecinos y que la audiencia debía 
          permanecer en cada población realizando las operaciones catastrales 
          hasta varias semanas trabajando todos los días de la semana y 
          todos los días del año según ordenó la Real 
          Junta. Las averiguaciones de los pueblos se centraban en la 
          obtención de respuestas formales a un Interrogatorio de cuarenta 
          preguntas para fijar y establecer una Única Contribución 
          estaban encomendadas a unos equipos o comisiones, las llamadas audiencias. 
          Las audiencias debían estar formadas, al menos, por un escribano 
          Real, con la función notarial de dar fe de cuanto ocurriese, 
          por un asesor jurídico para dictaminar conforme a la ley las 
          situaciones de conflicto, por uno o más oficiales administrativos 
          como técnicos con experiencia y un buen manejo de los números, 
          y por dos o más escribientes o amanuenses para ir pasando a pliegos 
          limpios la información dada en los memoriales. Las audiencias 
          podían y solían complementarse con péritos, hombres 
          prácticos y de mucha experiencia, que supieran de agrimensura, 
          fueran conocedores de las tierras y de sus calidades así como 
          de las cosecha que podían producirse en años normales, 
          y que juraban responder con verdad a todo lo que les fuese preguntado. 
          Estos péritos podían pertenecer a la administración 
          real y se completaban en los pueblos con vecinos nombrados por los jueces 
          instructores y por los concejos. El alguacil de la comisión se 
          encargaba de ejecutar las ordenes del juez instructor como presidente 
          de la audiencia de averiguaciones. El primer acto de la averiguación consistía 
          en enviar al alcalde una carta en la que se anunciaba la fecha de llegada 
          de la audiencia. Con esta carta se remitía a la población 
          el bando que había que promulgar y en el que se transmitía 
          a los vecinos la orden del Rey por la que todos quedaban obligados a 
          presentar una declaración de personas, familias y bienes, y la 
          forma en que debían hacerla bajo juramento. Estaban obligados 
          a presentar esta declaración los vecinos y forasteros propietarios 
          de bienes en la población así como todo aquel que tuviera 
          cualquier tipo de derecho en ella. En el bando se especificaba el plazo 
          que se daba para presentar las declaraciones que variaba entre 30 y 
          80 días. Aquellos vecinos que no supieran escribir debían 
          buscar que alguien les hiciera la declaración que debía 
          entregarse firmada por un testigo. Una vez recogidos estos Memoriales, 
          llamados también Relaciones, Declaraciones o Respuestas Particulares, 
          se comprobaba que estaban las de todos los sujetos con obligación 
          de presentarlos y se examinaban para ver si formalmente eran adecuados 
          y su letra era legible. Si faltaba alguno el pregonero en un bando daba 
          un nuevo plazo a los que faltaban bajo pena de multas. Con las Respuestas 
          Particulares de los sujetos catastrales, legos y eclesiásticos, 
          se formaban los Libros de lo Raíz, de lo Real o Maestro en los 
          que todo lo inicialmente declarado era comprobado y reconocido, anotándose 
          también todas las rectificaciones. El siguiente paso era el reconocimiento 
          y comprobación con los péritos por parte de la audiencia 
          de lo correcto de todos los datos aportados. Si no había acuerdo 
          entre lo aportado por los vecinos y lo reconocido por los péritos 
          se hacían anotaciones al margen del documento y se procedía 
          a la aclaración de todas las divergencias y dudas que hubieran 
          surgido. Mientras los vecinos preparaban sus Memoriales el alcalde, 
          los regidores y los justicias debían reunirse con el intendente 
          o subdelegado, generalmente en la posada donde este se alojaba, para 
          contestar al Interrogatorio de cuarenta preguntas sobre su población. 
          Previamente los alcaldes y los regidores de la población debían 
          haber elegido a los vecinos, que como representantes del concejo, iban 
          a participar en las declaraciones catastrales como conocedores de las 
          respuestas del Interrogatorio que se les había remitido previamente 
          para la preparación de la encuesta. A las reuniones de las audiencias, como actos solemnes 
          del proceso catastral, debían asistir, junto con los representantes 
          de la Corona, el cura principal de la población, las autoridades 
          municipales y los peritos elegidos por el instructor del proceso y por 
          el Concejo. Al iniciarse las reuniones de la audiencia se tomaba juramento 
          de decir verdad a todos los reunidos, juramento que se completaba con 
          la señal de la cruz y con la petición de la protección 
          de Nuestro Señor o de Nuestra Señora. En algunas Respuestas 
          se recoge el gesto de llevarse una mano al pecho. La Real Instrucción 
          que acompañaba al Decreto de Catastro de octubre de 1749 reglamentaba 
          el desarrollo de ejecución y realización del catastro. 
          Así, el capitulo IV recogía que al cura párroco 
          no se le debía tomar juramento teniendo él que autorizar 
          la declaración y el acto oficial de la averiguación catastral. El documento con las Repuestas Generales al Interrogatorio suele comenzar 
          señalando la fecha, lugar y nombre del juez que iba a llevar 
          a cabo la averiguación y el de todos los que iban a intervenir 
          en el proceso mencionando su oficio o su cargo. Al final del documento 
          los que habían intervenido en las averiguaciones declaraban bajo 
          juramento la verdad de todas las Respuestas y las firmaban. Por último, 
          el notario recoge el nombre y edad de los vecinos de la villa dando 
          fe, con la expresión ante mí y su nombre, 
          de la legalidad de todo el proceso. Los Libros con las Respuestas Generales 
          se cerraban en la Contaduría de Rentas Provinciales de la intendencia 
          donde el Contador Principal de la Hacienda Real ratifica que su contenido 
          concuerda con los originales afirmando que la documentación de 
          la población catastrada queda en la Contaduría bajo su 
          custodia. La firma y rúbrica del intendente y del contador principal 
          cierra el documento de Respuestas y su tamaño atestigua la importancia 
          de estas dos autoridades como representantes del poder del Rey. Al Concejo 
          de la población catastrada se le entregaba una copia de las Respuestas. 
          Hay archivos municipales donde se puede encontrar la copia de alguno 
          de los Libros Catastrales. Como parte de la documentación catastral 
          hay que citar el llamado Libro de los Cabezas de Casa, que también 
          recibe los nombres de Libro Mayor de lo Personal, Libro de Familias, 
          Libro de Vecinos, Libro de Vecindario, Libro de Registro de los Vecinos 
          y Libro Maestro de Familias, seguidos de las expresiones legos 
          o eclesiásticos, según correspondiese. Estos 
          libros contienen un resumen de los datos demográficos solicitados 
          en el bando y recogidos en los memoriales aportados por los cabezas 
          de familias o superiores de conventos y monasterios. Con los resúmenes 
          de los datos demográficos se elaboró el Vecindario de 
          Ensenada para las tierras de Castilla, que empezó a elaborarse 
          entre 1752 y 1756 y aparece en 1759. Se habían hecho censos de 
          población en 1591, en el reinado de Felipe II, y a comienzos 
          del S. XVIII a la llegada del rey Felipe V a España. En la documentación catastral el término 
          utilizado para referirse a los elementos del clero es el de eclesiástico. 
          Los miembros del estamento eclesiástico podían pertenecer 
          a comunidades religiosas y entonces hablamos de clero regular. Para 
          referirnos al resto de individuos pertenecientes a este estamento se 
          utiliza la expresión clero secular. Para referirse a la población 
          seglar se usa el término secular, laico o lego. El clero regular 
          disfrutaba de propiedades por su pertenecía a una orden o comunidad 
          religiosa, pero tanto el clero regular como el secular podía 
          tener propiedades personales, denominadas libres patrimoniales, por 
          haberlas recibido en herencia y de ellas disponía libremente 
          para su venta o herencia como bienes de su patrimonio personal y por 
          las que tenían que pagar los impuestos que le correspondiesen. Desde siglo XVII una de las acusaciones al estamento 
          eclesiástico era la acumulación de rentas y propiedades 
          que no generaban riqueza, aunque parte de los ingresos de ellas obtenidos 
          se dedicasen a la asistencia de la población marginal. El clero 
          regular y el secular podía recibir donaciones para atender su 
          actuación dentro de la Iglesia y ayudar al mantenimiento de comunidades, 
          ordenes o instituciones religiosas. Las propiedades, bienes y rentas 
          recibidas como legados, donaciones o herencias recibían el nombre 
          de propiedades benefíciales. El clero secular mejoraba sus ingresos, 
          sobre todo en las zonas rurales, formando parte de capellanías, 
          memorias, fundaciones, patronatos de obras pías y cofradías. 
          Los párrocos y eclesiásticos, en las pequeñas poblaciones 
          de Castilla, podían disfrutar de las rentas de un curato para 
          sufragar sus gastos y los de su parroquia y que completaban la parte 
          del Diezmo y La Primicia que les correspondía. Los curatos eran 
          rentas o posesiones que los particulares podían dejar a una parroquia 
          como legado y que administraba el párroco. A pesar de estos ingresos 
          los eclesiásticos de algunas poblaciones tenían que recurrir 
          a las limosnas de sus vecinos. En las poblaciones con gran número 
          de eclesiásticos estos se organizaban en cabildos, que recibían 
          subvenciones de particulares o disfrutaban de rentas legadas por protectores. 
          Los conventos y monasterios eran las instituciones que poseían 
          las mayores propiedades, rentas e ingresos, que pertenecían a 
          la comunidad y servían para el sustento de monjas y frailes, 
          mantener y reparar edificios religiosos y sufragar obras piadosas y 
          de beneficencia. La religiosidad estaba presente en todas las manifestaciones 
          de la vida pública y privada de la sociedad castellana y el poder, 
          tanto material como espiritual, de la Iglesia se manifestaba en ritos, 
          ceremonias, fiestas y en las relaciones que los vecinos del reino tenían 
          con el estamento eclesiástico. Los seglares también participaban 
          en las obras asistenciales religiosas a través de cofradías 
          y hermandades, que se ponían bajo distintas advocaciones, como 
          podía ser la del Santísimo, la de Cristo Crucificado, 
          la de Animas o bajo advocaciones de la Virgen o de los Santos. Las cofradías 
          y hermandades tenían entre sus fines la beneficencia y la caridad 
          ayudando a viudas, huérfanos, enfermos, mendigos y transeúntes. 
          La pertenencia o la relación de los habitantes de Castilla con 
          estas instituciones aparece en las declaraciones de bienes, oficios 
          y cargos que tuvieron que presentar. Las Respuestas Particulares de 
          los vecinos recogen su relación, como beneficiado o como beneficiante, 
          con cofradías, hermandades, memorias, fundaciones, legados, obras 
          pías, patronatos y capellanías. Debemos recoger, en este 
          sentido, que el titular de estas instituciones, como ya hemos dicho 
          con finalidad asistencial y caritativa, podía ser un elemento 
          de la población secular o religiosa, aunque los actos del culto 
          y las ceremonias religiosas siempre tenían que estar bajo la 
          ejecución de un eclesiástico. Cuando se acababa de elaborar los Libros con las informaciones 
          fiscales proporcionadas por los vecinos y las poblaciones, uno para 
          legos y otro para eclesiásticos, se procedía al acto más 
          solemne de la averiguación catastral en cada población 
          que era su lectura en Concejo Abierto. Para la lectura de la averiguación 
          catastral se convocaba de nuevo a los vecinos y a los forasteros con 
          bienes en el pueblo, mediante un pregón o bando, para que asistieran 
          a la lectura, partida a partida, de las relaciones de propiedad presentada 
          por si alguien se sentía agraviado o consideraba que algún 
          dato propio o ajeno era falso o incorrecto. Si todos los asistentes 
          daban su conformidad se procedía a firmar las diligencias de 
          lectura por parte del juez instructor, las autoridades, los peritos 
          y el escribano, siendo tal acto garantía para el Rey y los vasallos. 
          Si había alguien que no estuviera de acuerdo con los datos recogidos 
          se procedía a averiguar la verdad corrigiendo los desacuerdos. 
          Hecha la lectura pública, y aprovechando ratos libres en el siguiente 
          pueblo, se preparaban los estados o resúmenes cuantitativos llamados 
          Estados o Mapas Locales. Con la información recogida en estos resúmenes 
          locales se elaboraba para cada intendencia una serie de Libros con resúmenes 
          generales cuantitativos llamados Mapas o Estados Generales, unos para 
          legos y otro para eclesiásticos. Los Mapas o Estados Locales 
          son la base de datos del Catastro con incidencia fiscal para establecer 
          posteriormente los pagos de Única Contribución. Había 
          que rellenar cuatro modelos de Libros, tanto a nivel local como de la 
          intendencia, tanto para legos como para eclesiásticos, diferenciados 
          por las letras D (tierras), E (casas y todo tipo de rentas), F (industria 
          y comercio) y H (ganados). Para los legos se hacía uno más, 
          el G, destinado a calcular sobre nuevas bases el impuesto llamado Servicio 
          Ordinario y Extraordinario, al que solamente estaban sujetos los varones 
          entre 18 y 60 años del estado general. Además de todos 
          estos Libros se realizó el llamado Libro de lo Enajenado en el 
          que se recogía, población por población de cada 
          intendencia, las posesiones, cargos, oficios, rentas, privilegios y 
          todo aquello que perteneciendo a la Corona estaba en manos de particulares 
          o de otros propietarios a los que había pasado por Merced Regía 
          a cambio de servicios en dinero a la Hacienda Real. También se 
          elaboraron Los Libros de los Mayores Hacendados en los que se recogían 
          las posesiones del mayor propietario de cada población y la estimación 
          de su valor. Para la realización de este trabajo administrativo 
          las Contadurías de Rentas Provinciales de las capitales de las 
          intendencias pasaron de los pocos empleados habituales a contar con 
          más de un centenar, y en algunas de ellas llegarían a 
          trabajar mas de tres mil personas. Las contadurías revisaban 
          los datos catastrados, atendían reclamaciones y quejas, realizaban 
          rectificaciones y copias, calculaban productos, estimaciones y claseos 
          de las partidas solicitadas por los formularios y los interrogatorios. 
          Esta labor se desarrollaba bajo la dirección del contador, responsable 
          de la documentación de la encuesta catastral, y la supervisión 
          general de su intendente. En muchas contadurías se tuvo que redactar las 
          Respuestas de muchas poblaciones pues la audiencia que llevaba a cargo 
          las averiguaciones no podía ocuparse de ello al tener que comenzar 
          el trabajo de otra población. Todas estas operaciones necesitaban, 
          aparte del aumento del número de empleados, un personal especializado 
          en contabilidad y en operar en maravedíes y fracciones de maravedíes. 
          En las Contadurías se recogió la documentación 
          que verificaba los datos catastrados, la correspondencia y material 
          complementario como actas, diligencias, certificaciones de ingresos 
          y gastos del Común, copias de privilegios de derechos enajenados 
          a la Real Hacienda, certificaciones de Diezmos y cualquier tipo de nota 
          o correspondencia que tuviera relación con todo el proceso formal 
          que se seguía en cada una de las poblaciones catastradas. Las 
          Contadurías, además de la documentación citada, 
          realizaron copias de los libros de las 15.000 encuestas catastrales 
          hechas. Con los datos del proceso catastral se elaboraron 200 libros 
          de resúmenes, que se han convertido en la principal fuente documental 
          para estudiar la riqueza de Castilla y sus habitantes en el siglo XVIII. Este es, a grandes rasgos, el proceso formal que se 
          siguió para catastrar las tierras de la Corona de Castilla y 
          que pone de manifiesta el enorme esfuerzo humano realizado pero que 
          no tendría la finalidad con el que fue puesto en marcha y ejecutado 
          prácticamente en su totalidad. Para comprender en toda su extensión 
          este intento tenemos que saber que se puso en marcha una maquinaría 
          administrativa que hizo posible realizar el proyecto en seis años. 
          A modo de ejemplo se puede decir que en tres días era posible 
          que un documento viajara desde Galicia a Madrid para resolver aclaraciones 
          de datos teniendo en cuenta que de cualquier diligencia se pedía 
          acuse de recibo de las documentaciones intercambiadas. Una de las principales 
          dificultades a las que se tuvo que hacer frente fue la de la ocultación 
          de datos y propiedades, la disminución de la extensión 
          de tierra y la baja catalogación de su calidad. Sobre todo se 
          dieron casos de ocultaciones de propiedades en los estamentos privilegiados 
          que tenían posesiones en municipios distintos de los que eran 
          vecinos. Aclarar todas las ocultaciones supuso que la ejecución 
          del Catastro se alargara en el tiempo y aumentara en su coste. Las intendencias, como base de la organización 
          territorial y administrativa, y el intendente, como figura clave del 
          funcionamiento de esta organización, fueron los instrumentos 
          para llevar a cabo las medidas reformistas de los nuevos políticos. 
          Las intendencias y sus partidos de rentas fueron las demarcaciones para 
          las labores catastrales y los intendentes los responsables de supervisar 
          las actuaciones y de dar el visto bueno al proceso catastral seguido 
          en su intendencia. La finalidad última del Catastro era gravar 
          las rentas de la tierra, los salarios del trabajo y los beneficios de 
          un negocio. En Cataluña y en Valencia, donde ya se había 
          establecido el Catastro y el Equivalente respectivamente, los porcentajes 
          con los que se gravó estos ingresos fueron del 8% en las rentas 
          agrícolas y del 10% en las artesanales e industriales. Pero de nuevo tenemos que insistir en que todo el proceso 
          descrito y los esfuerzos empeñados en la encuesta catastral no 
          servirían para su finalidad primordial ya que el nuevo impuesto 
          en forma de una única y nueva contribución no llegaría 
          a ser la base del sistema impositivo y los fallos, vicios y errores 
          fiscales se mantendrán hasta el siglo XIX. Podemos decir que 
          a mediados del siglo XVIII se perdió la oportunidad de reformar 
          el sistema tributario de Castilla y con ello la posibilidad de adelantar 
          las reformas sociales y económicas que hubieran hecho posible 
          superar la situación de estancamiento que todavía se vivía 
          en este reino. No será hasta ya entrado el siglo XX cuando se 
          pueda hablar de una práctica fiscal basada en los principios 
          de proporcionalidad a la hora de fijar la cantidad con la que cada ciudadano 
          debe contribuir a los gastos del presupuesto estatal. La idea de un 
          presupuesto económico a nivel local o nacional como previsión 
          de ingresos y gastos no existe en la hacienda pública anterior 
          al siglo XIX. Anticipar las cantidades a ingresas y el modo de gastarlas 
          significará un importante avance a la hora de racionalizar el 
          sistema impositivo y el único medio de racionalizar económicamente 
          el funcionamiento del Estado.       
        
          
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        31-05-16 - El Marqués ilustrado, ‘medinense’ 60 años másUn investigador descubre que su cadáver permaneció en Santiago el Real hasta 1943 / Sobrino publica un estudio del catastro que impulsó el noble.El cadáver de Zenón de Somodevilla y Bengoechea, más conocido sencillamente como Marqués de la Ensenada, permaneció en Medina del Campo 60 años más de lo que creían los académicos, y de lo que apuntan los anales de la historia. Es una de las principales conclusiones del libro que acaba de publicar el investigador medinense Eduardo Sobrino Mata. Es la sexta de sus obras, disponible en librerías desde hace pocos días con el título Medina del Campo y su Tierra en 1752 según las respuestas generales del Catastro de la Ensenada. El libro aborda la situación de la comarca en la época en la que se realizó uno de los principales documentos históricos que mandó realizar el noble, uno de los personajes más característicos de la Ilustración española. Su conocido ‘Catastro’ «permite conocer la situación social y económica de esta tierra», explicó a este periódico el propio Sobrino. «De ahí la vital trascendencia de la documentación estudiada para conocer, casi al detalle, la situación de la agricultura, la ganadería, la industria, el comercio y la población». Pero, sin duda, la sorpresa más llamativa que ha dado la investigación es la localización en el Archivo municipal de Medina, por parte de Sobrino, de varios documentos inéditos sobre la suerte que corrieron los restos mortales del Marqués de la Ensenada, desterrado a Medina del Campo por Carlos III en 1766. El personaje, uno de los políticos más importantes de su época, murió en la villa en 1781 y fue enterrado en la iglesia de Santiago el Real, donde aún se conserva la lápida que cubrió sus restos. «Todas las enciclopedias dan el año 1869 como la fecha del traslado de sus restos al Panteón de Ilustres Marinos de la localidad gaditana de San Fernando», explicó el investigador. Según ha podido demostrar Sobrino «es completamente errónea, y se debe a que en esa fecha fueron exhumados y trasladados a Madrid a requerimiento del Ministerio de Fomento, al proyectarse la construcción del Panteón Nacional, donde iban a descansar los restos de los personajes más ilustres de España». Sin embargo, finalmente ese proyecto «quedó en nada» y los restos regresaron a Medina catorce años después, en 1883, donde permanecieron hasta 1943, cuando se trasladaron definitivamente a San Fernando. Así, descontando entre 1869 y 1943 (74 años) los 14 que permanecieron en Madrid, el resultado son 60 años más de lo que se creía en Santiago el Real. El libro aporta muchos datos sobre la situación de decadencia que atravesaba Medina del Campo en el siglo XVIII. «En aquellos días la superaba Nava del Rey, tanto en riqueza como en número de vecinos», aseguró Sobrino. «Nava contaba unos 1.300, y Medina un millar justo». Ese declive «continuaría imparable en los años siguientes», y «venía produciéndose desde finales del siglo XVI por el ocaso de sus ferias y mercados». El Catastro de la Ensenada evidencia la pérdida de oficios en la villa, como los de impresores, joyeros, encuadernadores, entalladores, plateros o doradores. Fragmentos de especial interés son los dedicados a lugares, en el término de Medina, que ya no existen por haberse despoblado. Uno de ellos el prado de La Golosa, donde existen restos de época medieval.  
        
          
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        24-09-18 - Presentación del libro editado por el Ministerio de Hacienda sobre la obra Catastral del Marqués de la Ensenada en Medina del CampoMañana  día 25 a las 11:30 en el Salón de Plenos del Ayuntamiento Presentación del libro editado por el  Ministerio de Hacienda sobre la obra Catastral del Marqués de la Ensenada en  Medina del Campo 
        
          
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            | D. Ricardo Hernández García presentara su libro “El Catastro  de Ensenada, Medina del Campo 1752”. |  
        El Ministerio de Hacienda ha editado con  la colaboración del ayuntamiento de Medina del Campo y diversas instituciones  académicas una publicación dirigida a difundir la excepcional obra catastral  del Marques de la Ensenada; una de las grandes figuras del siglo XVIII español,  quien falleció precisamente es esta localidad vallisoletana en 1781, y que  desempeño el ejercicio conjunto de cuatro carteras ministeriales: Hacienda,  Marina, Guerra e Indias. Una publicación presentada este 25 de  septiembre por la alcaldesa de la localidad M. Teresa López Martín y por el  Director General del Catastro, Fernando de Aragón Amunárriz; y cuya edición ha  sido posible gracias a la dedicación y el buen hacer de un conjunto de  profesionales coordinados por Concepción Camarero Bullón, de la Universidad  Autónoma de Madrid, entre los que cabe destacar a Laura García Juan, de la  Universidad Isabel I de Burgos y a Ricardo Hernández García de la Universidad  de Valladolid. Ensenada abordó una avanzada reforma del  sistema tributario español para superar su ineficiencia y su inequidad:  ineficiencia, porque hasta entonces existían multitud de figuras impositivas y  las tareas de recaudación estaban arrendadas a particulares; inequidad porque  hasta entonces sólo tributaba el pueblo llano y no los demás estamentos de una  sociedad que luchaba por abrirse paso a la modernidad. El eje central de la obra ensenadista  consistió en censar y describir la totalidad de los  inmuebles, personas,  ganados, oficios y rentas, con el fin de establecer un único impuesto sobre la  riqueza proporcional a la de cada contribuyente; una operación descomunal que  con sorprendente agilidad y buen hacer llevó a levantar el catastro de las  15.000 localidades de la Corona de Castilla en tan solo 7 años, entre 1749 y 1756. Un Catastro que hoy está documentado en  cerca de 80.000 volúmenes en los que se contienen 40 millones de hojas y que  además ofrece hoy un excepcional testimonio de la economía y de la sociedad de  aquella España. En Medina del Campo, las operaciones se  desarrollaron a lo largo de 1752 bajo la dirección del entonces corregidor de  la villa, Manuel Joaquín de Vega y Meléndez, y de ellas resultó una amplia y  detallada descripción de la localidad, en la que entonces moraban 3.780  habitantes, cuyos oficios se detallan en la documentación resultante de los  trabajos; y así sabemos que de los 682 vecinos con profesión reconocida, 235  eran labradores, 60 se dedicaban a la industria del cuero o que el número de  funcionarios ascendía a 37. También sabemos gracias al resultado de la  averiguación practicada que de las cerca de 11.500 hectáreas contenidas en su  término municipal, el 59% estaba dedicado a tierra de secano y el 27% a viñedo,  y que la superficie de huerta apenas llegaba al uno por mil de las existentes (11,31  hectáreas). Incluso, podemos conocer que dentro del cereal, la cebada resultaba  el cultivo dominante, con 3.384 hectáreas, y que le seguía el trigo con 3.085  hectáreas, de las que 736 eran de buana categoría, siendo el resto de calidad  media. En suma, un magnífico trabajo que 262  años después sigue dando frutos como fuente inagotable para la investigación y  que, sin ninguna duda, inspira la trayectoria seguida por el catastro español  desde entonces como registro general de la propiedad inmobiliaria; un registro  en el que la Dirección General Catastro gestiona la información de casi 78  millones de inmuebles, plenamente disponible a través de Internet y que en el  año 2017 recibió más de 77 millones de visitas. Como en tiempos de Ensenada, el Catastro  hoy se construye desde la cooperación entre las distintas Administraciones y la  aplicación de las últimas tecnologías; y más allá de su vertiente tributaria,  constituye una excepcional herramienta para la protección del derecho de  propiedad y la planificación y gestión de las más diversas políticas públicas. 
        
          
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        26-09-18 - La obra del Marqués de la Ensenada, referente economía española siglo XVIII. 
        
          
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            | El Catastro de Ensenada y su uso en Genealogía |  
        Valladolid, 25 sep (EFE).- El Ministerio de Hacienda ha editado, en colaboración con el Ayuntamiento de Medina del Campo (Valladolid) y diversas instituciones académicas, una publicación dirigida a difundir la excepcional obra catastral del Marqués de la Ensenada, una de las grandes figuras del siglo XVIII español. Presentada por la alcaldesa de Medina del Campo, Teresa López y el director general del Catastro, Fernando de Aragón, esta obra detalla el abordaje de una avanzada reforma del sistema tributario español por parte del Marqués de la Ensenada, quien falleció en la villa medinense en 1781 y que desempeñó el ejercicio conjunto de cuatro carteras ministeriales: Hacienda, Marina, Guerra e Indias. Su objetivo fue superar la ineficiencia e inequidad de dicho sistema tributario: Ineficiencia, porque hasta entonces existían multitud de figuras impositivas y las tareas de recaudación estaban arrendadas a particulares, e inequidad, porque hasta entonces solo tributaba el pueblo llano y no los demás estamentos de una sociedad que luchaba por abrirse paso a la modernidad. El eje central de la obra ensenadista consistió en censar y describir la totalidad de los inmuebles, personas, ganados, oficios y rentas, con el fin de establecer un único impuesto sobre la riqueza proporcional a la de cada contribuyente, en una operación descomunal que llevó a levantar el catastro de las 15.000 localidades de la corona de Castilla y León en tan solo siete años, entre 1749 y 1756. El catastro está documentado en más de 80.000 volúmenes en los que se contienen cuarenta millones de hojas y ofrece además un excepcional testimonio de la economía y de la sociedad de aquella España, tal y como ha recordado Teresa López durante la presentación de "El catastro de Ensenada". En Medina del Campo, las operaciones se desarrollaron a lo largo de 1752, bajo la dirección del entonces corregidor de la villa, Manuel Joaquín de Vega y Meléndez, y de ellos resultó una amplia y detallada descripción de la localidad, en la que entonces moraban 3.780 habitantes, cuyos oficios se detallaban en la documentación resultante de los trabajos. A través de este análisis se sabe que, de los 682 vecinos con profesión reconocida, 235 eran labradores, 60 se dedicaban a la industria del cuero o que el número de funcionarios ascendía a 37 y que, de las cerca de 11.500 hectáreas contenidas en su término municipal, el 59% estaba dedicado a tierra de secano y el 27% a viñedo. En suma se trata de "un magnífico trabajo que, 262 años después, sigue dando frutos como fuente inagotable para la investigación y que, sin duda alguna inspira la trayectoria seguida por el catastro español desde entonces como registro general de la propiedad inmobiliaria", ha indicado López. "Un registro en el que la Dirección General del Catastro gestiona la información de casi 78 millones de inmuebles, plenamente disponible a través de internet y que, en el año 2017, recibió más de 77 millones de visitas", ha destacado. Como en tiempos de Ensenada, el Catastro hoy se construye desde la cooperación entre las distintas administraciones y la aplicación de las últimas tecnologías y, más allá de su vertiente tributaria, constituye "una excepcional herramienta para la protección del derecho de propiedad y la planificación y gestión de las más diversas políticas públicas", ha concluido. EFE 
        
          
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        26-09-18 - El catastro de EnsenadaSe presenta un libro que recoge la obra catastral del Marqués de la Ensenada. 
        
          
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            | Presentación del libro "El catastro de Ensenada" en el Ayuntamiento de Medina del Campo / Cadena Ser |  
        El Ministerio de Hacienda ha editado con la colaboración del Ayuntamiento de Medina del Campo una publicación titulada "El catastro de Ensenada", trabajo dirigido a difundir la obra catastral del Marqués de la Ensenada, una de las grandes figuras del siglo XVIII fallecido en Medina. El eje central de la obra de Ensenada consistió en censar y describir la totalidad de los inmuebles, personas, ganados, oficios y rentas, con el fin de establecer un único impuesto sobre la riqueza proporcional a la de cada contribuyente; una operación que se levó a cabo con agilidad y buen hacer. En concreto se levantó el catastro de las 15.000 localidades de la Corona de Castilla entre 1749 y 1756. Un catastro que hoy está documentado en cerca de 80.000 volúmenes que ofrecen un perfecto testimonio de la economía y de la sociedad de aquella España. Es de destacar algunos proyectos de ese documento como el Canal de Castilla o la Red de Carreteras. En Medina del Campo, las operaciones catastrales se desarrollaron a lo largo de 1752 cuando contaba con 3.780 habitantes, cuyos oficios se detallan en la documentación resultante de los trabajos; y así sabemos que de los 682 vecinos con profesión reconocida, 235 eran labradores, 60 se dedicaban a la industria del cuero o que el número de funcionarios ascendía a 37. También sabemos gracias al resultado de la averiguación practicada que de las cerca de 11.500 hectáreas contenidas en su término municipal, el 59% estaba dedicado a tierra de secano y el 27% a viñedo, y que la superficie de huerta apenas llegaba al uno por mil de las existentes. Incluso, podemos conocer que dentro del cereal, la cebada resultaba el cultivo dominante, con 3.384 hectáreas, y que le seguía el trigo con 3.085 hectáreas, de las que 736 eran de buana categoría, siendo el resto de calidad media. Se trata de un trabajo que 262 años después sigue dando frutos como fuente inagotable para la investigación y que, sin ninguna duda, inspira la trayectoria seguida por el catastro español desde entonces como registro general de la propiedad inmobiliaria. El Catastro del Marqués de la Ensenada: 
        
          
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